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Asunción se funda en un suelo de basalto y de sedimentos. La multitud de arroyos, recorriendo la plataforma geológica, arrastran la arena hacia el río, dejando las partes duras del suelo. El agua moldea las lomas constituyendo en el mismo tiempo una estructura geológica de parques y jardines en la ciudad.

Dos tipologías de implantación de parque sobresalen. La primera representa los parques altos en la ciudad en situación de promontorio sobre el territorio y la segunda, los parques de abajo vinculados por la hidrología.

El Parque Augusto Roa Bastos tiene la fuerza en su ubicación juntando estas dos lógicas. Pertenece a un conjunto de equipamientos públicos ligado a la polaridad histórica y luego a la nueva centralidad económica de la capital paraguaya. Ubicada sobre el eje de conexión hacia la antigua Luque, actual Avenida España, su camino se desplegaba siguiendo las partes bajas de este paisaje de colinas, que presume el nombre del barrio de “Las Lomas”. El Parque A. R. Bastos se extiende sobre una de estas colinas, en promontorio natural sobre el territorio, disfrutando de una vista profunda hacia el sur y una pendiente suave hacia la avenida.

El terreno ocupa la misma ladera que el parque de la salud, bajando hacia el arroyito afluente del cercano arroyo Mburicaó. Gracias a este último, el sitio de proyecto se conecta directamente con el Río Paraguay, “vulnerable espina dorsal de agua”. Este mismo arroyito cruza la Avenida Santísima Sacramento. Este eje estructurante rectilíneo tiene la grande cualidad de conducir, a ambos lados, hacia dos entidades mayores de la ciudad: el magnífico Jardín Botánico al Norte y el Cementerio patrimonial de la Recoleta con la potente fachada de su Iglesia al Sur.

El proyecto revelará la presencia de estas grandes cualidades territoriales y urbanas.

 

LA COMPOSICIÓN

 

          El proyecto organiza su acceso por la parte alta del terreno, en relación con las entradas de los distintos equipamientos cercanos como son el Parque de la Salud y el Banco Central. Este acceso opera sobre un entablamento delimitado por un potente muro de contención ofreciendo el suelo plano del sitio.

Los estacionamientos y el bosque, así prolongan el atrio del Banco Central hacia el paisaje. De este modo, ubican la explanada del proyecto en una situación de transparencia total, puesta en escena por un amplio pórtico. Este último enmarca el paisaje frontalmente al desnivel y su parque de abajo. Su zócalo mineral presenta vistas panorámicas del entorno inmediato y lejano.

Cabadas en el espesor del zócalo, una serie de escaleras siguen caminos empedrados atravesando un dédalo de jardines, llevando hasta una plazoleta en la parte baja del terreno. Un anfiteatro se extiende sobre la dicha plazoleta, donde se eleva una torre en el paisaje. Este alto mirador dialoga con los grandes elementos territoriales.

Mientras que los recorridos del parque se organizan desde arriba hacia abajo, un camino distinto unifica el conjunto dentro del recorrido territorial bordeando el circuito del agua, el Arroyo Mburicaó, hasta llegar al majestuoso Río Paraguay.

La Calle A. R. Bastos se cruza gracias a una obra de arte, vinculando así el Parque de la Salud. La presente pasarela genera un umbral para el conjunto de los equipamientos públicos y su loma.

El ordenamiento de los espacios plantados despliega un bosquecillo denso en fondo de la parcela al oeste respondiendo al Parque de la Salud con su tipología orgánica. De este modo, el dispositivo otorga un carácter de centralidad a los espacios mayores, es decir el entablamento y los jardines temáticos.

 

LA CIUDAD Y EL TERRITORIO

 

          La idea fuerte del proyecto es de tejer enlaces, por el medio de las vistas, los recorridos y los corredores ecológicos, entre las grandes entidades territoriales y urbanas.

Así mismo, las vistas ofrecidas desde el gran pórtico o las bajadas orientan al visitante hacia la cercana Villa Mora y el lejano Sur de Asunción. El gran mirador, de planta triangular, organiza las miradas de manera tri-direccional, conectando así la Bahía de Asunción; el Jardín Botánico; y el Campus Universitario de la UNA. El proyecto urbano propone revelar estos tres pulmones verdes mayores con la edificación de un alto mirador territorial en cada uno de los tres pulmones

La presente propuesta conecta las mismas entidades físicamente por medio de los recorridos y los corredores ecológicos. Así, gracias a la pasarela y su camino bordeando el arroyito hasta el arroyo Mburicaó, el caminante puede alcanzar a pie o en bicicleta la Reserva Natural del Banco San Miguel. Este mismo camino llega a Santísimo Sacramento. La avenida ofrece una conexión directa al Jardín Botánico de un lado. Del otro lado, enmarcando la bellísima Iglesia de la Recoleta y su cementerio, el eje vincula el Metrobús proyectado hasta el Campus Universitario de la UNA.

Al contrario del plan en damero, el plan en estrella de los ejes mayores tiene la calidad de fijar entidades territoriales, urbanas o patrimoniales, referencias que ubican el ciudadano en su entorno.

 

EL PAISAJE

 

          Asunción tiene una tradición muy importante en el diseño de jardines, parques y plazas. En homenaje a este patrimonio, el Parque A. R. Bastos propone una composición afirmada en su estructura. A la escala urbana, sigue la geometría de las instituciones mayores del barrio. Esta orientación proyecta el parque en su pendiente y el territorio.

El Parque de la Salud propone actualmente un despliegue muy orgánico. A fin de sublimar su diseño paisajístico, el Parque A. R. Bastos contrasta con su trama geométrica de jardines temáticos. Se diferencia también desde sus usos: si el Parque de las Salud sugiere practicas más deportivas y de circuito fluido, el Parque A. R. Bastos invita más a la deambulación puntuada por espacios de recreación. Los jardines temáticos proponen diferentes funciones y atmósferas: tranquilidad, ocio, encuentro, juegos para niños, plantas medicinales, verduras, árboles frutales. Los jardines temáticos ofrecen a lo largo de las temporadas del año diferentes tipos de ambientes, así como un recorrido pedagógico para la sensibilización y la educación de los jóvenes de la ciudad.

Si los lapachos rosas puntúan las bajadas del parque, los amarillos señalan el circuito periférico, alineándose a lo largo del recorrido temático del agua. La fachada del parque se refleja dentro las piletas ubicadas lógicamente río abajo, mientras que la pasarela enmarca la torre mirador.

 

LA ARQUITECTURA

 

          El primer acto arquitectónico pasa por la edificación de una amplia horizontalidad revelando la topografía. Este zócalo telúrico de hormigón compuesto de arena roja específicamente de este territorio manifiesta la geología del lugar. Bajando hacia los jardines, una serie de escaleras son excavadas dentro del zócalo, así como un rebaje periférico que borra la presencia de la barandilla.  El zócalo constituye un entablamento para el conjunto de las instituciones por arriba y necesario a la edificación de un potente pórtico.

Este último materializa un objeto que domina el espacio, destaca la horizontalidad y proyecta al visitante en el paisaje. La obra despliega una estructura ambiciosa. Sus grandes luces libres y sus muros en bisel dilatan el espacio. El espesor de los muros y columnas portantes confiere un carácter monumental a la obra.

Los estacionamientos responden a la implantación del zócalo, pero con una jerarquía de segundo orden, acompañan a la topografía para organizar los accesos desde la calle. De este modo, construye la esquina, generando como consecuencia un perfil urbano.

Las bajadas empedradas organizadas hacia los jardines estructuran la parcela, ofreciendo una relación frontal en la geometría Norte – Sur y de profundidad en la geometría Este – Oeste. Los canales de agua acompañan el recorrido de los mismos caminos, sugiriendo la manifestación de la gravedad. 

El solar triangular de abajo del parque está ocupado por una plazoleta mineral. Esta superficie dialoga con la explanada alta, finalizando el sistema. La plazoleta tiene el mismo suelo que el camino que conduce hasta el Arroyo Mburicaó, es decir su altimetría como su naturaleza. El anfiteatro es excavado dentro el suelo de la plazoleta: organiza un zócalo en vacío a la torre mirador.  

La vertical de esta torre está en relación directa con la horizontal del zócalo y su pórtico. Gracias a sus tres pilares de ladrillos, la fuerza de la gravedad se manifiesta hasta el suelo, fundando una vez más el proyecto en su geología. Más allá de proponer una vista panorámica, su altura la pone en relación con el edificio del Banco Central, construyendo los ángulos del parque y su presencia en la ciudad.

La pasarela metálica cuyo mayor papel es de conectar el Parque A. R. Bastos al Parque de la Salud, así como también al Arroyo Mburicaó, representa un importante componente del proyecto. Su naturaleza tectónica es ser una viga cuya la inercia permite los flujos. Esta obra representa una horizontalidad en la calle A. R. Bastos, que otorga un carácter de puerta de entrada al área. Su geometría franca contrasta con el carácter orgánico de la vegetación prolífica.

El pórtico, la torre y la pasarela forman una tripartición estructurante. Más allá de sus relaciones geométricas afirmadas, se unen por su color blanco para recibir una luz reveladora. El proyecto define áreas y conexiones gracias a sus entidades construidas, tanto a escala barrial como a nivel del gran territorio.

 

El diseño arquitectónico del conjunto busca la escala del jardín como la envergadura del paisaje asunceno para erigirse como un epicentro espacial.

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